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ENTRE MITOS Y ESTRELLAS: EL CAMINO DE ARIES EN LA ASTROLOGÍA

Desde tiempos antiguos, la humanidad ha buscado entender y asignar significados a los fenómenos celestiales. La astrología, con sus doce signos zodiacales, ha sido una de esas vías para comprender la personalidad y el destino de las personas a través de la posición del Sol al momento de nacer.

 

Aries, siendo el primer signo del zodíaco, es quien inicia el ciclo astrológico y se asocia con la energía de la primavera y el renacimiento. Su simbología está representada por un carnero y se relaciona con la antigua tradición astronómica y agrícola, en donde el solsticio de primavera marcaba el comienzo y la renovación de un ciclo. Se cree que las personas nacidas bajo el signo de Aries (21 de marzo a 19 de abril) comparten rasgos como la iniciativa, la energía y la determinación, reflejando la vitalidad asociada con el renacer de la naturaleza en la primavera. 

 

Astronómicamente hablando, Aries es visto como un signo que se impregna del equinoccio de primavera en el hemisferio norte (otoño, en el hemisferio sur). Durante esta época se dice que el Sol cruza el ecuador celeste y los días y las noches tienen aproximadamente la misma duración. Aries marca el inicio del año astrológico y, por tanto, se acoge al renacimiento y el comienzo de las cosas, simbolizando un equilibrio entre la luz y la oscuridad.

  

La conexión de Aries, con la iniciativa y la energía, también proviene de la naturaleza ardiente y enérgica asociada con el elemento fuego, al cual pertenece este signo en la astrología. Se cree que las personas nacidas bajo el signo de Aries tienden a ser valientes, impulsivas y apasionadas, con una fuerte tendencia a liderar y tomar la iniciativa en diversas situaciones.

Cuando se indaga más a fondo sobre el signo de Aries, se puede encontrar información provienen de la cultura griega, donde se explica que el origen de este signo se hace presente en el mito del Vellocino de Oro, donde un carnero forma parte de una heroica aventura.

 

En esta historia, el rey Athamas tuvo dos hijos, Frixo y Helen, con su esposa Néfele. Sin embargo, debido a la interferencia de la diosa Hera, Athamas se casó con otra mujer, Ino, quien se volvió malvada y trató de dañar a los hijos de Athamas.

 

Para salvar a sus hijos, Néfele junto a Hermes enviaron un carnero con el pelaje de oro llamado Crisómalo, para que Frixo y Helen pudiesen escapar de su malvada madrastra. Durante su huida, Frixo y Helen montaron sobre Crisómalo, sin embargo, en el camino, Helen cayó del lomo del carnero en el estrecho que actualmente separa Europa de Asia, que terminó llamándose Helesponto en su memoria. Frixo llegó a salvo a su destino, y como gesto de agradecimiento, sacrificó este animal para ofrecer su vellocino de oro a Ares, el dios de la guerra. Ares lo colgó en un árbol sagrado y lo protegió con un dragón -o serpiente, según la versión del relato-. Siendo su sacrificio un acceso para llegar a los cielos y convertirse en la constelación de Aries.

En la aventura, también se entrelaza con los Argonautas (héroes liderados por Jasón en las profundidades del mar), La relación entre los Argonautas y Aries se da porque Jasón, el líder de los Argonautas, fue quien organizó la expedición para recuperar el Vellocino de Oro. Jasón y los Argonautas emprendieron un viaje lleno de desafíos y aventuras para obtener el codiciado Vellocino, que estaba custodiado por un feroz animal.

 

Fue así que la imagen del carnero con el vellocino dorado se asocia simbólicamente con el inicio, la valentía y la búsqueda de algo valioso, lo cual refleja algunas características de las personas nacidas bajo el signo de Aries en la astrología. Con estos orígenes, también se explica que, por definición astrológica, Aries refleja características asociadas a impulsividad y competitividad, las cuales provienen de Marte (Ares, para los griegos) como gobernador y dios de la guerra, quien juntó dichos atributos para ejercer la valentía en sus acciones.

 

 

Cabe mencionar que Aries es un signo de fuego -junto con Leo y Sagitario-, y este elemento se asocia con la energía, la acción y la pasión. Además, Aries, al relacionarse con Marte, se hace una vinculación con el planeta de la guerra desde la mitología romana. Nutriéndola de características epopéyicas.

Para ir cerrando y, a modo de reflexión, aunque la astrología ofrece narrativas fascinantes y arquetipos que resuenan con aspectos de la condición humana, es esencial abordarla con cautela y reconocer su falta de base científica.

 

La astrología peca al reducir la diversidad individual del ser humano a doce categorías zodiacales por medio de los signos, sus casas y sus análisis astrológicos, lo que restringe, en cierto modo, la complejidad única de una persona. Aunque la astrología ha persistido a lo largo de la historia -y su aporte es invaluable-, también es esencial reconocer sus limitaciones y buscar nuevos métodos para el entendimiento más profundo de quienes somos. Algo que todavía necesita investigarse y plantearse para un estudio amplificado de las personalidades y sus conexiones arquetípicas.

 

Es por ello que con esta publicación se quiso hablar precisamente de los orígenes del primero signo, de Aries, para dejar enmarcado cuál fue la razón inicial de ser asociado con un animal, en este caso, con un cordero. Pues esto demuestra las asociaciones que existen detrás de un concepto astrológico, y conocerlo, permite sustentarse a la hora de ir conociendo los conceptos que rodean al estudio de los cuerpos celestes y su dignidad esencial - el significado de un planeta en relación con un determinado signo zodiacal y su posición respecto al mismo-.

 

Es fundamental recordar que estas descripciones son generales y no se aplicarán a todas las personas nacidas bajo un periodo específico. La personalidad está influenciada por una variedad de factores, incluyendo la genética, el entorno, las experiencias de vida y más cosas que, hasta el momento, la astrología no es capaz de abordar.  Es valorable que la astrología sea una herramienta de autoconocimiento, sin embargo, no debe considerarse como una predicción tajante del comportamiento humano.

 

Cada individuo es un cosmos en sí mismo, que desafía las simplificaciones de los signos zodiacales, recordándonos que la verdadera comprensión yace en la exploración profunda, hacia la apertura de la riqueza que poseemos como seres humanos en constante desarrollo y aporte.

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