La Comunidad Ecológica Cristiana de Pirque se convirtió en un polémico caso, ocurrido en el año 2007, tras la denuncia del fallecimiento de una de sus miembros, llamada Jocelyn Rivas, una profesora de danza de 26 años, que murió por falta de atención médica después de dar a luz y sufrir de septicemia, sin contar con las medidas adecuadas para el parto.
Este lamentable suceso dio pie a designar de secta a este grupo de jóvenes que vivieron durante 5 años en la comunidad. Lograron captar alrededor de 20 personas, incluyendo niños y bebés, quienes vivían en aislamiento en una propiedad rural en Pirque, al sur de Santiago. El grupo estaba liderado por Paola Olcese, una ciudadana argentina, y el pintor chileno Roberto Stark.
Los miembros de la secta llevaban un estilo de vida extremadamente aislado, cultivando sus propias hortalizas y fabricando pan de linaza para vender en las cercanías. Los niños no asistían a la escuela y dos de los tres bebés no estaban inscritos en el Registro Civil. La comunidad se dedicaba principalmente a la oración y tenía creencias religiosas firmes, incluyendo la creencia en el nacimiento próximo de un mesías. También despreciaban la atención médica, confiando en que Dios los cuidaba mejor que los médicos.
El caso salió a la luz cuando la familia de Jocelyn Rivas denunció su desaparición, lo que llevó a la policía a descubrir el entierro ilegal y realizar una autopsia para determinar si su muerte fue natural o involucró a terceras personas.
Este caso captó la atención de los medios en el Santiago de aquella década, y ha arrojado información primordial sobre la forma de vida y las creencias extremas de estas comunidades, que, sin darse cuenta, pasan a ser sectas que afectan al desarrollo y estilo de vida de sus adherentes.
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